La antigua ciudad de la mosquitia, en Honduras ha producido
un tesoro de notables artefactos de piedra producidos por una civilización precolombina
anónima y misteriosa.
Un equipo de arqueólogos estadounidenses y Honduras desenterró y retiró más de 200 esculturas que yacían en la base de un gran
montículo de tierra en el centro del sitio, el cual ha sido denominado “Ciudad
del Jaguar”.
“El alijo es una ofrenda –informó Chris Fisher, arqueólogo
de la Universidad Estatal de Colorado en Ford Collins, quien dirige al equipo-.
Es como un altar”
La excavación ha revelado que los objetos fueron depositados
al mismo tiempo, cuidadosamente, sobre un suelo de arcilla roja expresamente
preparado.
Estaban dispuestos alrededor de una enigmática escultura de
un buitre con las alas parcialmente desplegadas, rodeada de vasijas de piedra
cuyos bordes estaban decorados con buitres y serpientes.
En torno del grupo central de artefactos, se encontraron muchos
metates de piedra, mesas arqueadas con tres patas utilizadas para moler maíz,
pero más grandes y mucho más decorados y muchos metates del alijo estaban
tallados con figuras animales y diseños geométricos.
Este grupo incluía la cabeza del “hombre jaguar” que dio
nombre a la ciudad, y se cree que representa a un chamán en estado mitad
animal, mitad humano. Es probable que los artefactos daten del periodo
Posclásico Mesoamericano, entre 1000 y 1520 d.C.
Aunque la Ciudad del Jaguar hoy se encuentra
espectacularmente aislada, en sus días de esplendor debió ser un centro de
trueque y comercio.
Pero en el pasado, se alzaba en el centro de una intensa red
de interacción humana. Algunas patas de los metates tienen marcas intrigantes.
Los motivos de bandas cruzadas suelen asociarse con deidades
y objetos de poder en el mundo maya. Los metates también presentan numerosos
pseudo-glifos intrigantes, que aún no han sido estudiados ni descifrados (los
pseudo-glifos son dibujos con significados específicos que, a diferencia de los
glifos mayas, no son escritura real).
Un objeto en particular aporta una pista vital. Es una
“mano” de piedra, un pesado mortero tallado en basalto y pulido finamente.
Mide casi un metro de largo, un tamaño muy incómodo para
moler, lo que sugiere que probablemente era un objeto ritual.
Los arqueólogos lo encontraron partido en seis pedazos, pese
a que es todo menos frágil. Fisher cree que eso demuestra que fue “roto
ritualmente”, lo cual le lleva a sospechar que las otras esculturas fracturadas
del alijo fueron destrozadas también de manera deliberada.
Los pueblos antiguos de las Américas tenían la costumbre de
romper objetos y “matar” vasijas (abriendo un agujero en el fondo) antes de
depositarlos en las tumbas.
Aunque no hay pruebas, las causas más probables son
epidemias de enfermedades europeas. En la época del contacto europeo,
mercaderes mayas y chibchas zarpaban en canoas gigantes para comerciar en
lugares lejanos.
Para principios del siglo XVI, las enfermedades europeas
–viruela, sarampión, habían cundido en las islas del Caribe,
matando hasta 95 por ciento de la población indígena.
Es muy probable que los mercaderes nativos llevaran consigo
esas enfermedades por los ríos de Mosquitia, de donde se diseminaron a las
poblaciones locales y corrieron como fuego al interior, alcanzando áreas muy
apartadas del contacto real con los europeos.
De esa manera, la Ciudad del Jaguar pudo ser devastada por
oleadas de enfermedades.
zerezas.-
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fuentes
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