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Día Internacional de la Mutilación Gemital Fememima

8/2/14 0 comentarios
140 millones de mujeres de todo el mundo tienen sus genitales mutilados en todos los rincones del planeta según la Organización Mundial de la Salud.
Aunque la incidencia depende del país, de la tribu e incluso dentro de ésta, de la propia familia, hay lugares como Malí donde el 98% de las ciudadanas ha sufrido la ablación.
Lo ejercen curanderas en una ceremonia ritual con la connivencia de los padres de la niña, que creen estar haciendo lo mejor para ella.
Han pasado 40 años, pero el sonido de las cuchillas aún repiquetea en la cabeza de Asha.
Era solo una niña cuando su madre la mandó a comprarlas el día de su "purificación", en un pueblo fronterizo entre Kenia y Etiopía.

Asha junto a su hija.
Asha Ismail, somalí de 45 años, que en la actualidad, vive en España, cuenta la mutilación genital que sufrió a los cinco años.

Pero lo que aguardaba a Asha no era bonito, sino una pesadilla.

no entendía lo que iba a pasar, junto a su madre y una mujer mayor en la cocina de su abuela en el suelo de barro, había un agujero cubierto con un trapo, y sobre él la tendieron y la inmovilizaron mientras su abuela la obligaba a abrir las piernas. Y allí, sin médico, ni enfermera ni ningún tipo de anestesia, la vieja curandera la mutiló de por vida con el peor método de los cuatro que se practican: la infibulación.

La infibulación, consiste en extirpar completamente el clítoris, cortar los labios mayores y menores y luego coserlo, cerrando la vagina mediante sutura casi por completo. "Me dejaron un agujero del tamaño de una cerilla para poder hacer las necesidades".


Intento  gritar con todas sus fuerzas, pero no pudo, un trapo tapaba su boca.
 Donde vivía era vergonzoso oír los gritos, una mujer no debe enseñar su dolor", cuenta esta somalí."
A día de hoy no puedo coser ni un botón, soy incapaz de ver una aguja".
"Lo más horroroso",  vino después, tuvo que pasar un mes sentada y atada de los dedos de los pies a la cintura para que la infibulación cicatrizara bien. "El pis solo salía a pequeñas gotas, el dolor era terrible

Luego vino la menstruación y, con ella, otro infierno de dolores, infecciones, fiebre, vómitos..."
El médico dijo que había que abrir para que pudiera fluir la sangre, pero mi madre se negó. 

Entonces me dije que si alguna vez tenía una hija, nunca la haría pasar por eso.
Cuando creía que nada podía ir a peor, llegó un matrimonio forzoso con un hombre mucho mayor.

Tras la boda, el hombre te tiene que abrir. 
Muchas mujeres han muerto en su noche de bodas.
Mi marido llamó a una señora que me cortara la cicatriz y luego gozó repetidamente para que no se cerrara.
Yo me quería morir, pero él sentía muy macho y poderoso".

Aquella fue la última vez que la tocó.
Se negó a volver a abrir las piernas, con lo que aquella carnicería se cerró de nuevo.
Nunca más volvió a hacer vida de casada con su marido.
pero el destino quiso que esa noche de tormento quedara embarazada. 

"Cuando vino la niña no me dio tiempo a llegar al hospital.
Di a luz en la parte de atrás de un taxi, y al tenerlo todo cerrado, me destrozó.
El desgarro del periné fue total: de nuevo sutura y reconstrucción.
"Al ver a mi hija lloré. ¿Por qué ha tenido que nacer en esta sociedad", se preguntó Asha.
Asha Ismail, tuvo mucha suerte, muchas mujeres mueren en su primer parto junto con su bebe.

"Desde ese momento mi única obsesión fue protegerla.
No sabía cómo, pero lo iba a hacer", continúa. Entonces se divorció, volvió con su hija a casa de sus padres y empezó su lucha para explicar a su entorno que no tenían por qué  hacer eso a sus hijas.

"La educación es un arma muy importante para defender tu vida y tus derechos.
Tenía que informarles, que explicarles que ninguna religión dice que haya que hacer eso. 

En su pueblo, hay un grupo de mujeres a las que llaman "las niñas de Asha".
Son todas aquellas hijas de primas, amigas y vecinas a las que logró salvar de la mutilación.
Y lo hizo a través de la palabra y la concienciación.
Por eso, cuando se casó con un español y vino a España en 2001, decidió fundar la ONG Save a Girl Save a Generation (salva a una niña, salva a una generación).
Desde allí, con la ayuda de otras mujeres "a las que se les negó el derecho a defender sus derechos desde niñas", intenta luchar contra la ablación femenina, la explotación a menores, el matrimonio forzado y contra cualquier forma de maltrato a la mujer.

La mutilación tiene relación directa con muchas otras prácticas que parten de la falta de reconocimiento de derechos a las mujeres, como el matrimonio forzoso, generalmente infantil, a cambio de una dote.
Para erradicarla no basta, por tanto, con ofrecer información y sensibilización sobre sus consecuencias, el empoderamiento de las mujeres y el desarrollo de sus propios medios de vida es parte fundamental del proceso.

Los daños que provoca la ablación "son todos".
Desde el punto de vista físico, van desde la muerte por hemorragia o infección --

se practican en condiciones insalubres, con materiales como cuchillas de afeitar, navajas o trozos de vidrio--, 

hasta la transmisión de enfermedades como el Sida, la Hepatitis o el Tétanos.
Además, generan problemas como fístulas o incontinencia, disfunciones sexuales y severas complicaciones en caso de embarazo y parto.

A nivel psicológico, es también devastador. El médico explica que desde el nivel psicoanalítico más básico, por el que las niñas que son mutiladas "arrastran toda su vida un trauma tan profundo que no podrán ni saber que lo tienen", hasta el efecto de rechazo del propio cuerpo y la sexualidad y de la comunidad, las consecuencias son múltiples. "Las comparan con los efectos de una violación".



Más de 20 Países dicen que lo han prohibido legalmente, pero se sigue practicando en la clandestinidad, en las peores condiciones y con el riesgo que supone".
Es el caso de Kenia y de otros muchos países africanos, donde la mutilación genital ha sido prohibida por ley, pero se trata de una costumbre cultural fuertemente anclada en la sociedad, por lo que la erradicación aún queda lejos.
En Asia está presente en prácticamente todos los países árabes del continente, y el aumento de la inmigración ha llevado esta práctica a Europa, donde unas 500.000 niñas están en situación de riesgo,
10.000 de ellas en España. 6.000 mueren al día en todo el mundo por esta práctica.

En España no se hace ningún seguimiento. Pediatras y ginecólogos deberían estar preparados para vigilar a las inmigrantes procedentes de países de riesgo.
Habría que alertar y hablar con ellas en cuanto llegan aquí, porque la que quiere mutilar, va a su país, mutila, y luego vuelve".

Asha Ismail,Hoy vive en España y dirige la ONG Save a girl save a generation. 
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zerezas.-
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Fuentes
ONG Save a girl save a generation. 
Victima ablacion

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